Según Herodoto, en la denominada Segunda Guerra Médica, sobresalió una griega que, pese a lo que pudiera pensarse, combatió junto a los persas de Jerjes: Artemisia I de Caria (no confundir con la II, que mandó construir el "maravilloso" Mausoleo), tirana de Halicarnaso, gran gobernadora a pesar de no intentar librarse del yugo meda.
Artemisia devino en tirana tras la muerte de su marido. En el 480 a.C, cuando el ejército de Jerjes se preparaba para invadir la Hélade, Halicarnaso puso cinco naves y numerosos hombres a las órdenes de Mardonio, general persa. Tras la victoria de las Termópilas, Jerjes llamó a capítulo a sus principales oficiales. Todos estuvieron de acuerdo en entablar batalla naval contra la flota helena. Todos, menos Artemisia, que conocía la superioridad rival en el mar y abogó por invadir el Peloponeso para obligar a sus habitantes a volver a defender sus tierras y así dejar desarmada a la armada que comandaba Temístocles.
No la escucharon, y Jerjes ordénó que se organizase todo para lo que terminó siendo la batalla de Salamina, victoria total de los griegos sobre la armada persa. Durante la batalla Artemisia sobresalió en el gobierno de sus naves. Pero si ha pasado a la historia es gracias a una ingeniosa estratagema: cuando le perseguía una nave griega y estaban a punto de atraparla, la reina de Halicarnaso mandó desplegar el emblema espartano y embistió un barco persa que por allí andaba. Los griegos, pensando que era uno de los suyos, la dejaron en paz.
Herodoto describe con admiración tamaña traición. Según cuenta la misma tradición, Jerjes, maravillado ante la gallardía y la astucia de Artemisia I de Caria, exclamó: "¡Mis hombres se han convertido en mujeres y mis mujeres en hombres!".
Artemisia I volvió a Halicarnaso, donde continuó gobernando. Cuenta la tradición que murió de amores, tras arrojarse desde un acantilado tras el rechazo de su enamorado. Destino que le une, dudosamente en su historicidad, a Safo de Mitilene.
No hay comentarios:
Publicar un comentario