Edipo apenas hace nada en su vida para sufrir el castigo que recibe. Cuando sus padres reciben el oráculo de que matará a su padre y se acostará con su madre, deciden matarle. Pero el encargado de hacerlo se apiada de él, y lo cuelga de un árbol con los talones taladrados.
Edipo es recogido y criado por los reyes de Corinto. Cuando el Oráculo de Delfos le dice su destino, decide huir porque no quiere matar a su padre. Así se produce su regreso a Tebas, pero en el camino matará a un desconocido que él no sabe que es Layo, su padre. Ni sabe que cuando libre a Tebas de la Esfinge tendrá que casarse con Yocasta, su madre, aunque él no lo sepa. Ni sabe que sus hijos también son sus hermanos. Edipo no sabe nada; todo lo que hace es para huir de su destino, y así irónicamente se va cumpliendo tan injusto hado.
Porque Edipo siempre se porta noblemente. En "Edipo rey", la tragedia de Sófocles, se pone a averiguar la verdad sólo para librar a Tebas, ciudad de la que ya es rey, de una peste producto de que el asesino de Layo no ha sido apropiadamente castigado. Todos lo piden que no siga adelante, como si ya supiesen qué pasa. Pero Edipo sigue el camino de la justicia para terminar duramente castigado, quizás el final más absurdo e injusto de la historia de la literatura.
Pero el mayor pecado que se ha cometido con Edipo es utilizarle para bautizar "El complejo de Edipo", trastorno típico de la infancia en la que el niño se enamora perdida y posesivamente de la madre, y que puede derivar en una patología. La cuestión, como han argumentado numerosos psicólogos, psiquiatras y expertos literarios, es que el Edipo mítico no siente ninguna fijación por la que no sabe que es su madre. En cuanto descubre quién es Yocasta, ella se suicida y él se arranca los ojos. Porque Edipo entiende lo monstruoso de su incesto.
Como argumenta, entre otros, Harold Bloom en "El canon occidental", el personaje literario que más se acerca a lo que expuso Sigmund Freud fue Hamlet, el príncipe de Dinamarca creado por William Shakespeare, que quiere vengar a su padre y recuperar a su madre, Gertrudis, casada con el traidor Claudio. Pero con Edipo siempre pasan estas cosas. Seguro que el viejo oráculo que dictó su destino también aseguró que su hado culminaría con dar el nombre a un complejo psicológico para que nunca nadie se olvidara de él... aunque generalmente sea modo tergiversado.