domingo, 30 de octubre de 2011

Sócrates

En "El banquete", de Platón, todos terminan dormidos después de una larga jornada de juerga. Sólo Sócrates, y Aristodemo, abandonan despiertos y serenos el lugar para ir al ágora y continuar, siempre, dialogando con sus conciudadanos. La vida de Sócrates (470-399 a.C.), por lo menos la segunda mitad de la misma, consistió en un constante diálogo para buscar la verdad y, así, encontrar la mejor manera de ser bueno porque "una vida humana que no es sometida constantemente a autoexamen no es una vida".

Archivo:Socrates Louvre.jpgEn cierto modo todos somos hijos de Sócrates. Él hizo humano el viejo lema del Oráculo de Delfos, "Conócete a ti mismo", y, al centrar en el hombre todo su estudio, dio comienzo a la Modernidad. Sus preocupaciones políticas y éticas abrieron nuevos caminos para la filosofía, senda por la que continuaron Platón y Aristóteles para, por lo menos, sentar las bases del actual Occidente.

Sócrates, que no dejó escrito nada, conmocionó a los atenienses. Ciudadano ejemplar, combatiente en numerosas batallas y modelo familiar, lo dejó todo por la filosofía. Algunos, como Aristófanes, se burlaron de él. Muchos más se fijaron en él y le tomaron como modelo a seguir. Algunos, como Alcibiades, para mal. Otros, como Platón, para bien. Lo curioso es que Sócrates, que sólo buscaba el bien para evitar la decadencia moral, económica y cívica de Atenas, fue condenado por sus propios conciudadanos en un juicio que, aún más que la derrota en la guerra del Peloponeso, supuso el comienzo del fin de la hegemonía ateniense.

Cuando Atenas decidió juzgarle (ciertamente, su manera de enseñar, poniéndolo en duda todo e invitando a la constante reflexión, puede resultar tremendamente irritante), Sócrates, en lugar de intentar salvar su vida, en su famoso discurso de defensa ("La apología de Sócrates"), tan solo intentó resumir su modo de vida, de pensar y de actuar. Insistió en su forma de aguijonear a los atenienses para despertarles de un sueño de embriaguez que había sumido a la Atenas de Pericles en un demagógico gigante al borde de colapso. El resultado, la vergonzante sentencia a muerte de Sócrates, el primer mártir de una manera de entender el hombre y su libertad.

Aún más que en "El Banquete", la personalidad de Sócrates queda reflejada en el diálogo "Critón", también de Platón, que relata un hecho histórico. Al día siguiente a su condena, unos amigos intentaron librar a Sócrates y le invitaron a dejar Atenas camino del exilio. El filósofo se negó, pues entendía que negarse a acatar la sentencia de su propia muerte sería contradictorio con su doctrina. El primer cometido de cualquier ciudadano es cumplir las leyes de su polis. Y así, rodeado de sus amigos, bebió la cicuta y continuó dialogando hasta morir.

Archivo:David - The Death of Socrates.jpg

El legado de Sócrates es incomensurable. Decidió que el verdadero conocimiento partía del propio hombre y jamás debía dejar de centrarse en él. A partir del diálogo, de la absoluta tolerancia hacia el otro y el riguroso respeto a las leyes, vivió de acuerdo a su ideal y murió demostrando a los demás lo equivocados que estaban. Por mucho que hoy haya gente que intente negarle, Sócrates fue un sabio que abrió el camino hacia lo que hoy somos o, por lo menos, deberíamos ser.

sábado, 8 de octubre de 2011

Arquímedes

File:Domenico-Fetti Archimedes 1620.jpgArquímedes de Siracusa (287-212 a.C.) fue uno de los grandes sabios de la Antigüedad. Matemático, astrónomo, ingeniero, físico, en general inventor -muy cercano en tantas cosas a Leonardo- sus avances en los terrenos teóricos y prácticos fueron ingentes, pero curiosamente su obra no gozó de fama en el mundo académico hasta mucho más adelante, cuando Isidoro de Mileto recopiló por fin sus obras en el siglo VI después de Cristo.

Se conocen muy pocos datos fehacientes de la vida de Arquímedes, envuelto así en un clima de leyenda, como la vieja anécdota que cuenta cómo "descubrió" su famoso principio cuando se estaba bañando mientras pensaba cómo averiguar si la corona del tirano de Siracusa contenía tanto oro como se suponía. Sin embargo, el principio sigue siendo base fundamental en el estudio de los fluidos.

Archivo:Archimedes-screw one-screw-threads with-ball 3D-view animated small.gifOtro a los descubrimientos de Arquímedes que siguen siendo de completa actualidad y utilidad es su famoso tornillo, que sirve para extraer agua, tierra o cualquier sustancia de un terreno inferior. Su sencillez no impide que el invento de este magnífico ingeniero fuese sencillamente -valga la redundancia- genial.

La gran fama que alcanzó Arquímedes en vida fue esencialmente gracias a sus alardes en la invención de máquinas militares. Aparte de mejorar catapultas y otras máquinas de guerra, a él se debe la curiosa "Garra" que elevaba por un lado los barcos del enemigo para que se inundase el otro. Así los siracusanos consiguieron vencer los primeros asedios navales de los romanos.

Aunque en este terreno la palma se la lleva la leyenda del "rayo destructor". Según parece, Arquímedes ideó una combinación de espejos que, al reflejar la luz del sol, iban condensando el calor hasta conseguir crear un rayo incendiario que destruyese las naces enemigas. No se sabe hasta qué punto es cierto su invento, pero aún hoy se siguen haciendo experimentos para combinar distintas fuentes de luz y así conseguir una rayo desintegrador. El MIT sigue desarrollando experimentos en este sentido.

Tal fue la fama de Arquímdes como ingeniero militar que Roma, cuando por fin iba a conquistar Siracusa, dio orden de que la vida de Arquímedes debía ser respetada por encima de todo. Cuenta la leyenda que Arquímedes, en pleno fragor de la batalla, se encontraba sumido en una de sus hondas meditaciones teoréticas cuando un soldado romano llegó a su casa. El legionario le llamó varias veces por su nombre pero él, en su mundo, no se percató de nada. Al final el miliatr acabó con él. Su genialidad, su portentosa capacidad de concentración, le costaron la vida.